lunes, 29 de marzo de 2010

Nieve








Hace algún tiempo y con la complicidad de Susana Quintero, emprendí un proyecto cuyos primeros frutos –abrebocas- aparecieron en las páginas de la revista Paso de Gato. Nunca pude lograr que los editores entendieran mis propósitos para una sección que literalmente abría –y abre- la revista. Pero se trataba de abrir también al teatro en un doble movimiento: de su lugar como centro de la vida social en una larga época a su actual condición periférica y de la indiferencia que lo rodea hoy por parte del mundo cultural a su importancia reflejada en otros medios: la plástica, el cine y, en este caso, la literatura.

Así, Susana y yo reunimos algunas breves reseñas de obras literarias donde el teatro o algún pasaje relacionado con éste cobra una atractiva presencia gracias a la pluma de algún gran escritor. Y presentamos, luego de un breve comentario para ubicar al lector, fragmentos de: Novela teatral de Mijail Bulgakov, Orlando de Virginia Woolf, Memoria de Shakespeare de Jorge Luis Borges, Onnagata de Yukio Mishima y Bouvard y Pecuchet de Gustave Flaubert.

Ahí quedó.

Topo ahora con una espléndida novela del Premio Nobel turco Orhan Pamuk que actualiza la presencia del teatro como eje de la vida social y política de una sociedad, aunque esta se encuentre bajo circunstancias de excepción gracias al aislamiento producido por la silenciosa y poética presencia que articula y da nombre al relato: Nieve.

Nieve ha sido considerada la novela más política de Pamuk pues gira en torno de un poeta –exiliado en Alemania- que regresa a Turquía con el pretexto de escribir acerca de una serie de suicidios de jóvenes mujeres relacionados con la prohibición del velo, pero con la callada intención de consumar un amor pendiente.

El cierre de carreteras y comunicaciones de una aldea fronteriza permite confrontar sin mediaciones a las diversas facciones políticas de la localidad: entre otros, islamistas, nacionalistas kurdos y turcos, ex-comunistas, paramilitares y seguidores del gran modernizador Mustafa Kemal “Ataturk”. Uno de estos últimos, un viejo actor de carácter, aprovecha las circunstancias para dar un golpe de estado que es a la vez un gran golpe teatral, pues se lleva al cabo sobre las tablas del Teatro Nacional justamente la noche en que la televisión local realiza desde ahí su primera transmisión en directo.

En contraste con la exactitud con que se describen los frutos de la recuperada inspiración del protagonista, un misterioso libro de poemas acomodados de acuerdo con la estructura física de un copo de nieve,

El problema del verdadero poeta es siempre el mismo. Si es feliz durante mucho tiempo se vuelve vulgar. Si es infeliz durante mucho tiempo es incapaz de encontrar en sí mismo la fuerza que mantiene viva la poesía. (...) la felicidad y la autentica poesía sólo cohabitan durante un breve plazo.

los sucesos políticos son vistos con una mirada irónica que desmitifica su gravedad.

El hablar todos a la vez, las bromas y las puyas ocasionales habían provocado que todos los presentes en la habitación participaran de un ambiente de fiesta y diversión. Ka, cuando más tarde escuchara de boca de Fazil todo lo que había ocurrido, escribiría en su cuaderno que ese tipo de reuniones políticas podían durar horas y que para ello lo único que hacía falta era que una multitud de hombres bigotudos que fumaban con el ceño fruncido se divirtieran sin darse cuenta de que se estaban divirtiendo.

Dos de los capítulos climáticos de la novela, “En el Teatro Nacional” y “El último acto”, subrayan el carácter representativo de todo hecho político y ganan para esta clase de acciones la cauda de adjetivos –siempre peyorativos- con que suele calificarse al teatro.

Una vez más asistimos gozosos, gracias a la gran narrativa de Orhan Pamuk, a la materialización del viejo axioma: “el mundo como un teatro”.

Rodolfo

1 comentario:

  1. Como en aquella gran escena de El hombre que sabía demasiado, de Hitchcock, sólo que en Nieve hay cierto sentido de irrealidad; nada parece estar sucediendo en la percepción ralentizada del narrador; en esa atmósfera hasta el golpe de estado parece ser una ficción que nadie toma en serio. Gran novela.

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