domingo, 16 de mayo de 2010

bb (1)

















con esa sabiduría de los viejos amos del reino, grotowski siempre hizo un señalamiento fundamental acerca del legado de stanislavski: no confundir del todo sus pretensiones estéticas con sus aportaciones teóricas. de semejante manera, tampoco es tan fácil despachar aún a bertolt brecht. si bien es evidente que el concepto de puesta en escena -que brecht apuntaló como nadie y que significó el non plus ultra del teatro moderno- ha tiempo que hace aguas sin desaparecer del todo, todavía quedan muchísimos conceptos que brecht acuñó para su estética y que siguen puestos en circulación dentro los lenguajes contemporáneos. y aún más: tal como en los años setenta, brecht significó una cimentación estético-política para los movimientos teatrales de resistencia latinoamericana, en estos días muchas de las posiciones críticas de brecht pueden resultar de gran valía en los países que no pertenecen al “grupo de los 20”.

por ejemplo, en entradas anteriores mi blogmate se ha encargado de citar el trabajo de kentridge y su revisión genealógico-estética del pasado colonial de sudáfrica a través de, nada más y nada menos, que la flauta mágica de mozart. por mi parte, puedo citar la reciente visita a méxico del grupo “muégano” de ecuador, un grupo que durante muchos años se ha dedicado a revisar a brecht desde diversas puestas en escena en barcelona, madrid y guayaquil, y que ahora -oh ironías latinoamericanas- hacen acto de resistencia frente a ¡un gobierno socialista! así, en karaoke, la pieza que mostraron en el teatro milagro durante el mes de marzo, pudimos encontrar muchas cosas interesantes: por un lado un grupo que asume el teatro como forma de vida comprometida con la realidad, y que tiene clarísimamente a sus antecesores en la gran tradición de los teatros colectivos latinoamericanos. por otro, una muy particular asimilación de las ideas actorales del fundador del berliner ensamble, en particular en lo que pertenece a la elaboración del gestus de cada personaje, mezclado con un calorcito e intensidad algo tropicales. asimismo, es de mención que, dramatúrgicamente, las inquietudes de brecht las han metabolizado por primera línea, es decir, vía heiner müller pues karaoke es, más que una obra dramática al uso, un pase de diapositivas que a través de unas cuantas situaciones, intenta poner en evidencia la construcción de nuestra forma de vida formateada bajo la voluntad del capital salvaje.



hay que decir, también, que aquí se encuentra el talón de aquiles de el espectáculo: por una parte el sentido del humor tan posmoderno permite apuntalar el distanciamiento, mas su desarrollo por acumulación de citas (de josé josé a marx) exigen del espectador para su entendimiento, disfrute y digestión crítica, una experiencia intelectual gemela a la del autor; de donde las situaciones, al huir vertiginosamente de la narrativa, no alcanzan un pleno desarrollo, de manera que el asunto de cada escena queda, muchas veces, en un nivel de cierta abstracción o generalización que requeriría mayor aterrizaje para evitar que suceda lo peor que al viejo teatro de grupo le sucedía: la consigna asfixiando al teatro.

y, con todo, santiago roldós -autor y director- y pilar aranda -actriz y corazón del grupo- han logrado reinyectar inteligencia, compromiso y sentido a la escena con ésta su recuperación crítica de brecht (“no se puede montar a brecht sin criticarlo”: müller); lo que, finalmente, hace valer su urgencia en estos días en que parecería que el teatro con inquietudes políticas divaga bien por el lado “participativo” (mediana lectura del concepto de “relacional”), bien por el lado de la denuncia sin criterios estéticos (“todos somos las muertas de juárez”).



rubén

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